En un contexto marcado por la acelerada transformación digital, el auge del comercio electrónico y la creciente sofisticación de las amenazas informáticas, la ciberseguridad ha pasado de ser una opción a convertirse en una necesidad crítica para las empresas en América Latina. Este viraje en la percepción empresarial ha impulsado una notable evolución en las inversiones del sector, que hoy se perfilan como un componente estratégico para la continuidad operativa, la competitividad y la reputación institucional.
Inversiones al alza: una respuesta a los riesgos crecientes
Según datos de la consultora EY, en 2023 las empresas latinoamericanas destinaban entre 10 y 49 millones de dólares a la protección de sus activos digitales. Sin embargo, la intensificación y frecuencia de los incidentes cibernéticos en el último año ha llevado a muchas organizaciones a redimensionar sus presupuestos de seguridad informática, motivadas también por la aparición de nuevas legislaciones en materia de protección de datos.
Casos como el de Chile, donde la aprobación de la Ley Marco de Ciberseguridad y Protección de Datos ha generado una ola de inversiones en adecuación normativa y tecnológica, ejemplifican esta nueva etapa. Para Leandro González, Product Manager de ESET Latinoamérica, compañía global de soluciones de seguridad , “las compañías ya no pueden permitirse ignorar el impacto de un ciberataque. Las pérdidas pueden ser millonarias, no solo económicas, sino también reputacionales”.
Ciberseguridad: de costo a inversión estratégica
Durante años, muchas empresas veían la ciberseguridad como una carga financiera. Hoy, el paradigma ha cambiado. Un informe de IBM estima que el costo promedio de un ciberataque puede superar los 2,76 millones de dólares, considerando tanto daños directos como pérdidas intangibles. Este dato pone en perspectiva el retorno de inversión que implica contar con una infraestructura de protección robusta y actualizada.
El impacto no es menor en sectores críticos como el financiero o el retail. Un ataque exitoso no solo compromete la operación interna, sino que afecta la confianza del consumidor, lo que en el contexto actual puede representar una pérdida de clientes y una caída significativa en la percepción de marca.
Brasil y México: líderes regionales en protección digital
Brasil y México encabezan las inversiones en ciberseguridad en la región, impulsados por la madurez de sus economías y la concentración de grandes empresas en sectores sensibles como banca, telecomunicaciones y comercio electrónico. La escala de sus mercados ha permitido el desarrollo de infraestructuras tecnológicas más avanzadas y resilientes, consolidando su liderazgo en protección cibernética.
Chile: una promesa creciente
Pese a tener un mercado más pequeño, Chile ha mostrado una evolución destacable en su enfoque hacia la ciberseguridad. Impulsado por un ecosistema digital cada vez más sofisticado y una legislación en constante modernización, el país se posiciona como uno de los mercados emergentes más activos en la región en materia de protección digital.
Un futuro interconectado y seguro
Con la creciente integración digital de todos los procesos comerciales y operativos, la ciberseguridad ya no puede tratarse como un tema secundario. Las empresas en América Latina están comenzando a comprender que el riesgo de no invertir en protección digital es mucho mayor que el costo de implementar soluciones robustas.
Además, la ciberseguridad se ha convertido en un factor de diferenciación competitiva, especialmente en sectores donde la confianza del consumidor es un activo crítico.
Invertir hoy para proteger el mañana
La transformación digital ha traído consigo oportunidades y desafíos a partes iguales. En este nuevo entorno, la ciberseguridad emerge como un pilar esencial para la sostenibilidad del negocio, la continuidad operativa y la protección de activos clave, tanto físicos como intangibles.Latinoamérica avanza, y lo hace con paso firme, entendiendo que la seguridad no es un gasto, sino una inversión en estabilidad, confianza y futuro. El reto ahora es mantener ese impulso, cerrar brechas y seguir construyendo un ecosistema digital más seguro, preparado para los retos de un mundo cada vez más interconectado.